A no dejar llevarme por mis juicios interesados, duros y excesivamente crueles; a observar, no tanto los aspectos negativos, como la bondad y lo noble de quienes me rodean.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A no conspirar ni levantar castillos en las ruinas sufrientes de tantos hermanos; a no sacar defectos ni historias pasadas, que sólo causan dolor y hacen daño.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A ser prudente como Tú lo fuiste con aquella mujer, que adúltera en su vida, comenzó una vida nueva, con tu forma de mirarla y corregirla.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A ver el lado bueno de la gente, a no recrearme con el sufrimiento ajeno, a no ser portavoz de calumnias y mentiras, a ser hombre y no ser juez.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A no manipular ni criticar las cruces que cargan las personas; a no juzgar ni condenar los defectos de tantos seres cercanos a mi vida, a no hacer estandarte ni burla, del que está hundido en su miseria.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
Para que frente a la mentira reine la verdad; para que frente a la condena brille tu misericordia; para que frente a la burla brote la comprensión; para que frente a la humillación despunte la bondad.