Ven Señor Jesús

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Anhelo de renovación interior (Salmo 51)

8 Tú amas la sinceridad del corazón 
y me enseñas la sabiduría en mi interior.

9 Purifícame con el hisopo y quedaré limpio; 
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

10 Anúnciame el gozo y la alegría: 
que se alegren los huesos quebrantados.

11 Aparta tu vista de mis pecados 
y borra todas mis culpas.

12 Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, 
y renueva la firmeza de mi espíritu.

13 No me arrojes lejos de tu presencia 
ni retires de mí tu santo espíritu.

14 Devuélveme la alegría de tu salvación, 
que tu espíritu generoso me sostenga:

15 yo enseñaré tu camino a los impíos 
y los pecadores volverán a ti.

16 ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío, 
y mi lengua anunciará tu justicia!

17 Abre mis labios, Señor, 
y mi boca proclamará tu alabanza. 

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Salmo 15

1 Salmo de David. 
Señor, ¿quién se hospedará en tu Carpa?,
¿quién habitará en tu santa Montaña?

2 El que procede rectamente 
y practica la justicia; 
el que dice la verdad de corazón

3 y no calumnia con su lengua. 
El que no hace mal a su prójimo 
ni agravia a su vecino,

4 el que no estima a quien Dios reprueba 
y honra a los que temen al Señor. 
El que no se retracta de lo que juró, 
aunque salga perjudicado;

5 el que no presta su dinero a usura 
ni acepta soborno contra el inocente. El que procede así, nunca vacilará. 
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Que se ha de huir la vana esperanza y la soberbia

Vano es el que pone su esperanza en los hombres o en las criaturas. No te avergüences de servir a otros por amor a Jesucristo y parecer pobre en este siglo.

No confíes de ti mismo, sino pon tu esperanza en Dios. Haz lo que puedas, y Dios favorecerá tu buena voluntad. No confíes en tu ciencia ni en la astucia de ningún viviente, sino en la gracia de Dios que ayuda a los humildes y abate a los presumidos.

Si tienes riquezas, no te gloríes en ellas ni en los amigos, aunque sean poderosos, síno en Dios, que todo lo da, y, sobre todo, desea darse a Sí mismo. No te ensalces por la gallardía y hermosura del cuerpo, que con pequeña enfermedad destruye y afea. No te engrías de tu habilidad o ingenio, no sea que desagrades a Dios, de quien es todo bien natural que tuvieres.

No te estimes por mejor que otros, porque no seas quizá tenido por peor delante de Díos, que sabe lo que hay en el hombre. No te ensoberbezcas de tus buenas obras, porque de otra manera son los juicios de Dios que los de los hombres, y a El muchas veces desagrada lo que a ellos contenta. Si tuvieres algo bueno, piensa que son mejores los otros, porque así conservas la humildad. No te daña si te pusieres debajo de todos;

Mas es muy dañoso si te antepones a sólo uno. Continua paz tiene el humilde; mas en el corazón del soberbio hay emulación y saña frecuente.

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Tomás de Kempis -Imitación de Cristo


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Salmo 142 (141)

1 Poema de David. Cuando estaba en la cueva. Oración.

2 Invocaré al Señor con toda mi voz, 
con toda mi voz suplicaré al Señor; 
3 expondré mi queja ante él, 
expresaré mi angustia en su presencia.

4 Ya se me acaba el aliento, 
pero tú conoces mi camino: 
en la senda por donde voy 
me han ocultado una trampa.

5 Miro a la derecha, observo, 
y no hay nadie que se ocupe de mí; 
ya no tengo dónde refugiarme, 
nadie se interesa por mi vida.

6 Por eso clamo a ti, Señor, 
y te digo: «Tú eres mi refugio, 
mi herencia en la tierra de los vivientes».

7 Atiende a mi clamor, 
porque estoy en la miseria; 
líbrame de mis perseguidores, 
porque son más fuertes que yo.

8 Sácame de la prisión, 
y daré gracias a tu Nombre: 
porque los justos esperan 
que me concedas tu favor.

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