Ven Señor Jesús

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La cuerda: Reflexión

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía, después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima. Le obscureció, la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada.

Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas eran cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires… caía a una velocidad vertiginosa, solo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.

Seguía cayendo… y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida, pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos… ¡SI!, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.

En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar:

¡Ayúdame Dios Mío!

De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:

– ¿Qué quieres que haga, Hijo mío?

– Sálvame Dios mío!!

– ¿Realmente crees que te pueda salvar?

-Por supuesto Señor.

-Entonces corta la cuerda que te sostiene…

Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó…

Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda…

A TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO…

 


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Perseverancia

Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: 

La Duración

Es fácil ser coherente por un día o algunos días.  

Difícil e importante es ser coherente toda la vida.  

Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación.  

Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida.

 

Juan Pablo II. Hom. México. 27-Ene-79

 


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Nunca te desanimes

¡Anda! Por contradicciones y adversidades que vengan, no te desanimes nunca. Tú sigue. Muchos jóvenes se desaniman ante las dificultades morales o materiales que encuentran a su paso. Se deshinchan, pierden aliciente y, lo que es más triste, algunos o muchos, llevados por el ambiente, se abandonan ante la dificultad. Si te desanimas, ¿qué ganarás, qué obtendrás, qué adelantarás con desanimarte?

Te perjudicarás a ti mismo y a quienes estén a tu lado. Y si lo piensas bien: tendrás que volver a empezar de nuevo. Los maestros espirituales suelen aconsejar que ante un posible desánimo lo mejor es reflexionar, tomar aliento y seguir adelante en el empeño. Es mucho mejor saber esperar, antes que echarlo todo a rodar. Dicen que alcanzar la cima es difícil. Si el triunfo fuese fácil…

No te desanimes nunca, aunque experimentes la mordedura de la derrota, el fracaso amargo. Es entonces cuando son necesarias las energías – el ánimo- para seguir luchando. Mi buen amigo J. L. Martín Descalzo, solía decir: «No es mas importante aquel que siempre triunfa, sino, aquel que nunca se desanima». Santa Teresa del Niño Jesús, escribía: «¿Dónde estaría vuestro mérito si solo hiciera falta luchar solamente cuando os empuja el coraje?».

Autor: J. M. ALIMBAU


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Proverbio 2

2 1 Hijo mío, si recibes mis palabras y guardas contigo mis mandamientos,
2 prestando oído a la sabiduría e inclinando tu corazón al entendimiento;
3 si llamas a la inteligencia y elevas tu voz hacia el entendimiento,
4 si la buscas como si fuera plata y la exploras como un tesoro,
5 entonces comprenderás el temor del Señor y encontrarás la ciencia de Dios.


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Gálatas 6

No os engañéis; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará:
8 el que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna.
9 No nos cansemos de obrar el bien; que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos.
10 Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.


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En comunión con Dios

Elemento esencial de la formación espiritual es la lectura meditada y orante de la Palabra de Dios (lectio divina); es la escucha humilde y llena de amor que se hace elocuente. En efecto, a la luz y con la fuerza de la Palabra de Dios es como puede descubrirse, comprenderse, amarse y seguirse la propia vocación

Pero es necesario acercarse y escuchar la Palabra de Dios tal como es, pues hace encontrar a Dios mismo, a Dios que habla al hombre; hace encontrar a Cristo, el Verbo de Dios, la Verdad que a la vez es Camino y Vida (cf. Jn. 14, 6)

En efecto, la vida espiritual, es vida interior, vida de intimidad con Dios, vida de oración y contemplación. Pero del encuentro con Dios y con su amor de Padre de todos, nace precisamente la exigencia indeclinable del encuentro con el prójimo, de la propia entrega a los demás, en el servicio humilde y desinteresado que Jesús ha propuesto a todos como programa de vida

Juan Pablo II


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Ecclesia De Eucharistia

Al entregar su sacrificio a la Iglesia, Cristo ha querido además hacer suyo el sacrificio espiritual de la Iglesia, llamada a ofrecerse también a sí misma unida al sacrificio de Cristo. Por lo que concierne a todos los fieles, el Concilio Vaticano II enseña que « al participar en el sacrificio eucarístico, fuente y cima de la vida cristiana, ofrecen a Dios la Víctima divina y a sí mismos con ella ».

Anunciar la muerte del Señor « hasta que venga » (1 Co 11, 26), comporta para los que participan en la Eucaristía el compromiso de transformar su vida, para que toda ella llegue a ser en cierto modo « eucarística ». Precisamente este fruto de transfiguración de la existencia y el compromiso de transformar el mundo según el Evangelio, hacen resplandecer la tensión escatológica de la celebración eucarística y de toda la vida cristiana: « ¡Ven, Señor Jesús! » (Ap 22, 20).

Autor: Juan Pablo II


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Salmo 121

El Señor, guardia de su pueblo

1 Canto de peregrinación.
Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?

2 La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

3 Él no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!

4 No, no duerme ni dormita
él guardián de Israel.

5 El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
6 de día, no te dañará el sol,
ni la luna de noche.

7 El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.

8 Él te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.