“Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida.”Arthur Schnitzler
Archivo mensual: febrero 2010
Nick Vujicic, confianza en Dios
Salmo 10
Pero tú lo estás viendo:
tú consideras los trabajos y el dolor,
para tomarlos en tus propias manos.
El débil se encomienda a ti;
tú eres el protector del huérfano.
Oracion: Dios mío, creo en ti
Dios mío, creo en ti, espero en ti, te amo sobre todas las cosas con toda mi alma, con todo mi corazón, con todas mis fuerzas; te amo porque eres infinitamente bueno y porque eres digno de ser amado; y, porque te amo, me pesa de todo corazón haberte ofendido: ten misericordia de mí, pecador. Amén
Desplazar al “YO”.
Desplazar al «YO».
La alabanza tiene como fruto desplazar al hombre del centro de la escena y colocar a Dios en el centro como autor de toda acción. Por tanto, la alabanza nos hace recordar lo pequeño que somos y lo grandioso que es Dios. Nos da cierto grado de humildad, siempre y cuando yo este en la disposición de recibirla. Cuando nos despojamos del «yo» podremos repetir como Pablo: «…con el rostro descubierto reflejemos como un espejo la gloria del Señor…» (2Cor 3,18)
Fuente: Renovación Carismática
Para hablar con Dios
Para hablar con Dios no es necesario pronunciar palabras materialmente. Se puede hablar también sólo con el corazón. La oración no se aprende sale sola. Lo mismo que no se aprende por si solo a caminar. Hay que ir dando paso a paso y muchas veces tomados de la mano. La oración por excelencia sale espontáneamente del corazón que ama a Dios.
La oración debe hacerse con atención, reverencia, humildad, confianza, fervor, perseverancia y con aceptación a la voluntad divina. Hay que hacerla con fe muy firme de que si conviene, Dios concederá lo que pedimos; pero no podemos anteponer nuestra voluntad a la de Dios. Esto sería una audacia y hace nuestra oración completamente estéril.
Cuando rezamos hablamos con Dios
El arte de envejecer
«El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza»
André Maurois (1885-1967) Novelista y ensayista francés
La Confesión o Reconciliación
La Confesión o Reconciliación es el Sacramento mediante el cual Dios nos perdona los pecados cometidos después del Bautismo y recuperamos la vida de gracia, es decir, la amistad con Dios.
Es la gran oportunidad que tenemos para acercarnos de nuevo a Dios que es nuestra verdadera felicidad.
La confesión no es un sacramento de tristeza, sino de alegría, es el sacramento del hijo arrepentido que vuelve a los brazos de su Padre.
No es el Sacramento del final de nuestra vida, sino el que nos da la oportunidad de empezar una nueva vida cerca de Dios.
Catholic.net