Ven Señor Jesús

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Uno crece

Uno Crece 

Imposible atravesar la vida …
Sin que un trabajo salga mal hecho, sin que una amistad cause decepción, sin padecer algún quebranto de salud,  sin que un amor nos abandone,sin que nadie de la familia fallezca, sin equivocarse en un negocio.
Uno crece cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de fe.
Uno crece cuando acepta la realidad y tiene aplomo para vivirla, Cuando acepta su destino, pero tiene la voluntad de trabajar para cambiarlo.

Uno crece asimilando lo que deja por detrás, construyendo lo que tiene por delante y proyectando lo que puede ser el porvenir.
Crece cuando se supera, se valora, y sabe dar frutos.
Crece cuando se abre camino dejando huellas, asimilando experiencias, ¡Y sembrando raíces!

Uno crece cuando se impone metas, sin importarle comentarios negativos ni prejuicios, cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes, cuando cumple con su labor.
Uno crece cuando se es fuerte por carácter, sostenido por formación, sensible por temperamento… ¡Y humano por nacimiento!..
Uno crece cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas.
Recoge flores aunque tengan espinas y marca camino aunque se levante el polvo.

Uno crece cuando se es capaz de afianzarse con residuos de ilusiones, capaz de perfumarse, con residuos de flores…
¡Y de encenderse con residuos de amor…!
Uno crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más de lo que recibe. Uno crece cuando se planta para no retroceder…

Cuando se defiende como águila para no dejar de volar…
Cuando se clava como ancla y se ilumina como estrella. Entonces… Uno Crece


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Luces en el Cielo

Hay un cuento que habla de un hombre que se sentó un día al borde del camino y se quedó dormido. La rama de un árbol le cayó encima y lo dejó herido hasta el punto de perder la memoria. No sabía quién era, no sabía su nombre ni qué hacía allí ni cuánto tiempo llevaba durmiendo. Comenzó a deambular y se preguntaba una y otra vez: ¿Quién soy yo?, ¿quién soy yo?.

Le preguntó a un pájaro que estaba posado en una rama y el pájaro le respondió:- Tú eres un ser humano, fuiste creado para cantar y has olvidado tu canto. Fuiste creado para volar, pero vives arrastrando tu existencia sin saber para qué vives. Vives sin rumbo y tu vida no tiene sentido

Seguía desconcertado. Al llegar la noche le preguntó a las estrellas:

– ¿Quién soy yo?

Y las estrellas empezaron a reír sin decir ni una palabra.

Pasó junto a un manantial y preguntó:- ¿Quién soy yo? Y el agua cristalina le mandó un beso de amor con el reflejo de la luz del sol. Él también se acercó a besar el agua brillante y pura. Y se sintió contento y se puso a cantar. Entonces, los pájaros se unieron a su canto, cantando alegres melodías.

Y comenzó a reír y las estrellas se unieron a sus risas. Y parecía que toda la naturaleza estaba de fiesta. Y él seguía riendo y cantando, enviando besos de amor a todas las cosas. De pronto, llegó a una aldea y, de una casita pobre junto a un prado, salió una mujer corriendo hacia él con tres niños tras ella. Aquella mujer se le echó al cuello y le dijo entre lágrimas:- Estábamos preocupados. Hace varios días que te estábamos esperando.Y los tres niños se abrazaron a sus pies, diciéndole: Papá, papá…

Entonces, comenzó a recordarlo todo. Tenía una esposa y tres hijos y se llamaba Juan. Pero lo más importante era que había aprendido una gran lección. Ahora entendía que su vida no era una existencia oscura y vacía. Ahora sabía que su vida tenía una dimensión universal y que no debía vivir sin cantar ni reír y, sobre todo, sin amar a todas los hombres

A partir de ese día, se dedicó a hacer el bien a todo el mundo, sonriendo a todos y procurando hacer felices a los que encontraba en su camino. Para él ahora la vida era una cotidiana oración, pues todo lo hacía por amor, alegrando la vida de los demás

Pueden leer el resto del libro aquí…


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Hermana Glenda: Libro del Eclesiástico

En esta ocasión meditamos sobre la Amistad partiendo del texto del Libro del Eclesiástico 6, 5-17. El amigo fiel, el que nunca falla, que no tiene prisa y disfruta en nuestra presencia es un tesoro. Sólo el que teme al Señor encontrará verdaderos amigos. Se nos invita a meditar en el valor de ese amigo, el único que no falla, Jesús. A pesar de nuestras infidelidades


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No te angusties en tiempo de adversidad (Eclesiástico 2)

No te anusties en tiempo de adversidad

«Hijo, si te acercas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba. Endereza tu corazón, mantente firme, y no te angusties en tiempo de adversidad. Pégate a él y no te separes, para que seas exaltado en tu final. Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y en las humillaciones, sé paciente. Porque en el fuego se purifica el oro, y los que agradan a Dios, en el horno de la humillación.

Confía en él, y él te ayudará, endereza tus caminos y espera en él. Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia, y no os desviéis, no sea que caigáis. Los que teméis al Señor, confiad en él, y no os faltará la recompensa. Los que teméis al Señor, esperad bienes, gozo eterno y misericordia. Fijaos en las generaciones antiguas y ved: ¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado? ¿Quién perseveró en su temor y fue abandonado? ¿Quién le invocó y fue desatendido? Porque el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia. ¡Ay de los corazones cobardes y las manos inertes, y del pecador que va por dos caminos! ¡Ay del corazón decaído, que no tiene fe!, porque no será protegido. ¡Ay de vosotros, los que habéis perdido la esperanza!

¿Qué haréis cuando el Señor venga a visitaros? Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras, los que le aman guardan sus caminos. Los que temen al Señor buscan su agrado, los que le aman cumplen su ley. Los que temen al Señor tienen el corazón dispuesto, y se humillan delante de él. Caigamos en manos del Señor y no en manos de los hombres, pues como es su grandeza, así es su misericordia.»
Eclesiástico 2, 1-22


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Salmo 33

Expresión de confianza

20 Nuestra alma espera en el Señor:
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.

21 Nuestro corazón se regocija en él:
nosotros confiamos en su santo Nombre.

22 Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti.


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Sembrad siempre buenas obras

Sed ricos en buenas obras, dice el Señor. Éstas son las riquezas que debéis ostentar, que debéis sembrar. Éstas son las obras a las que se refiere el Apóstol, cuando dice que no debemos cansarnos de hacer el bien, pues a su debido tiempo recogeremos.

Sembrad, aunque no veáis todavía lo que habéis de recoger. Tened fe y seguid sembrando. ¿Acaso el labrador, cuando siembra, contempla ya la cosecha? El trigo de tantos sudores, guardado en el granero, lo saca y lo siembra. Confía sus granos a la tierra. Y vosotros, ¿no confiáis vuestras obras al que hizo el cielo y la tierra?

Fijaos en los que tienen hambre, en los que están desnudos, en los necesitados de todo, en los peregrinos, en los que están presos. Todos éstos serán los que os ayudarán a sembrar vuestras obras en el cielo… La cabeza, Cristo, está en el cielo, pero tiene en la tierra sus miembros. Que el miembro de Cristo dé al miembro de Cristo; que el que tiene dé al que necesita.

Miembro eres tú de Cristo y tienes que dar, miembro es él de Cristo y tiene que recibir. Los dos vais por el mismo camino, ambos sois compañeros de ruta. El pobre camina agobiado; tú, rico, vas cargado. Dale parte de tu carga. Dale, al que necesita, parte de lo que a ti te pesa. Tú te alivias y a tu compañero le ayudas.

De los sermones de San Agustín


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Ilumina con los destellos de tu vida

Ilumina con los destellos de tu vida el camino de los demás. No te quejes ni te lamentes por cualquier cosa. En vez de lamentarte de que las rosas tienen espinas, felicítate de que las espinas están cubiertas de rosas. Ofrece a Dios tus dolores con amor, para que tengan un valor sobrenatural. Ve siempre el aspecto positivo de las cosas. Sé optimista. Siembra estrellas en el camino de tus hermanos, hazsiempre el bien y nunca hagas daño a nadie.

Procura llenar cada minuto de sesenta segundos que te lleven al cielo. Nunca pierdas el tiempo.El tiempo es un tesoro que Dios pone en tus manos y debes aprovecharlo al máximo, pues se agota minuto a minuto. Aprende a vivir, es decir, aprende a amar.

Ten siempre la idea fija de hacer felices a los que te rodean. Que nadie se aleje de ti sin ser mejor ni más feliz.Nunca te canses de amar sinceramente a los demás. Sonríe a todos. La sonrisa es el camino más corto entre dos personas. Deja ver el cielo que hay en tu corazón y sonríe mucho. Sonríe a Dios cada mañana al despertar y dale los buenos días. Haz cada día algo para iluminar el mundo y la vida.

Tomado del libro Luces en el camino Autor: P. Angel Peña O.A.R.


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La silla vacía

La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegó a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote asumió que el hombre sabía que vendría a verlo.

«Supongo que me estaba esperando», le dijo. «No, ¿quién es usted?», dijo el hombre. «Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted, cuando vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo estaba viniendo a verlo»

«Oh sí, la silla», dijo el hombre enfermo, «¿Le importa cerrar la puerta?» El sacerdote sorprendido la cerró.

«Nunca le he dicho esto a nadie, pero… toda mi vida la he pasado sin saber como orar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae, etc., pero siempre esto de las oraciones me entró por un oído y salió por el otro pues no tengo idea de cómo hacerlo. Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mi hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: «José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas… te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente de ti, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado hacerlo pues Él nos dijo: «Yo estaré siempre con ustedes.» Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora mismo»

«Así lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija pues me internaría de inmediato en la casa de los locos».

El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo y que no cesara de hacerlo. Luego hizo una oración con él, le extendió una bendición, los santos óleos y se fue a su parroquia.

Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó:

-¿Falleció en paz?

-Sí, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama, me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso. Cuando regresé de hacer compras una hora más tarde, ya lo encontré muerto. Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. ¿Qué cree usted que pueda significar esto?»

El sacerdote se secó las lágrimas de emoción