Ven Señor Jesús

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¿Puedo limpiar mi corazón? -1

No hace mucho tiempo escuché en la predicación de unos ejercicios espirituales una frase que por su sencillez, dramatismo y realismo ejemplifica muy bien las consecuencias del pecado en nuestro corazón. «Hacer el mal produce placer. El placer pasa, el pecado queda. Hacer el bien produce dolor. El dolor pasa, el bien queda».

Al pecar, nuestro corazón queda infectado. No solamente comete la falta, sino que queda herido en su naturaleza. Son huellas que quedan y que de alguna manera, le restan fuerza, claridad y vigor en la lucha constante por hacer siempre el bien, por conseguir la virtud que nos hemos propuesto alcanzar. Querámoslo o no, el pecado va debilitando la fuerza de voluntad. Imagínate tu corazón como esa bomba de amor que constantemente está haciendo llegar una sabia pura y fresca a todas las acciones de tu obrar cotidiano, que te impele a estar siempre obrando el bien con el fin único de alcanzar la santidad, el parecerte a Jesucristo.

Los pecados son basuras que se van incrustando en la bomba y que no permiten que circule libremente la savia vivificadora. No es que el corazón se estropee. Es que al corazón se le van adhiriendo basuras, vicios, comportamientos que impiden que en todas las acciones que debe realizar brille la virtud que debes conquistar. Al paso del tiempo podemos muy bien preguntarnos: «… y bien, ¿por qué no soy lo que debo ser? ¿Por qué estoy retrocediendo en lugar de avanzar?»

Es por ello que debemos hacer de vez en cuando una purificación de nuestro corazón, una limpieza profunda para quitar esas manchas, esos virus que puedan haberse incrustado en el camino diario.

Autor: Germán Sánchez Griese


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Hoy alegraré al Señor

Cuando le presento a él mis talentos y mis dones, todo lo que soy y lo que tengo en humildad de corazón él los acepta y se alegra porque los ofrecimientos humildes de sus santos son más aceptables que millares de oro y plata. La santidad es como la fragancia de la Mirra, el aloe y la casia. Cuando perdono a mi enemigo hago a Cristo estar contento, cuando distribuyo alimento y pan al pobre, él se regocija, cuando proclamo su evangelio, soy de sabor dulce para él. Por lo tanto hoy quiero producir contentamiento en el corazón del Señor, amándolo, alabándolo y agradándolo.

Arturo Rosales


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Jeremias

Jeremías puede decir con el salmista: «Por ti he aguantado afrentas. Soy un extraño para mis hermanos, porque me devora el celo de tu templo y caen sobre mí las afrentas con que te afrentan» Salmo 68. Si te quisiera menos, no sufriría tanto, mi vida sería más tranquila. Si no buscara tu gloria con tanto ardor, no me arrinconarían, sino que me darían honores, como te soy fiel, si te han perseguido a ti, ¿cómo no van a perseguir a los que te son fieles y te siguen?

Me siento extraño en mi propia patria, porque los hombres sólo consideran y honran a los que están a su nivel; lo que se sale de lo normal se considera raro y como que deja al descubierto a los arribistas y a los trepas, a los que buscan las glorias del mundo y se sirven de Dios para encumbrarse. Pero los que buscáis a Dios, viviréis, porque él os protegerá y os defenderá, porque, aunque tarde, escucha a los pobres y su bondad se compadece de los humildes. Poned los ojos en el Señor los humildes y humillados, los preteridos y postergados,

El colmará vuestra medida con dones mejores que os llenarán de alegría y de felicidad.


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Frases

Escoge la montaña que deseas subir: no te dejes llevar por los comentarios de los demás, que dicen «ésa es más bonita» o «aquélla es más fácil». Vas a gastar mucha energía y entusiasmo en alcanzar tu objetivo y, por lo tanto, eres tú el único responsable y debes estar seguro de lo que estás haciendo.

Subir montañas «Paulo Coelho»


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Es Dios

Alguna vez sentiste el deseo de hacer una cosa agradable por alguien a quien le tienes cariño? ES DIOS que te habla a través del Espíritu Santo.

¿Alguna vez sentiste tristeza y soledad, aunque alguien cercano este a tu lado? ES DIOS que te escoge por medio de Jesucristo.

¿Alguna vez pensaste en alguien que te es querido y no ves hace mucho tiempo, y de repente aparece esa persona? ES DIOS, porque la casualidad no existe!

¿Alguna vez recibiste algo maravilloso que no habías pedido? ES DIOS que conoce bien los secretos de tu corazón.

¿Alguna vez estuviste en una situación muy problemática sin tener la menor idea de cómo resolverla y de repente la solución aparece? ES DIOS que toma nuestros problemas en Sus Manos.

¿Alguna vez sentiste una inmensa tristeza en el alma y de repente como si un bálsamo fuese derramado aparece una paz inexplicable que invade todo tu ser? ES DIOS que te consuela con un abrazo y te da esperanza.

¿Alguna vez te sentiste tan cansado de la vida, a punto de querer morir… y de repente un día, sientes que tienes la fuerza suficiente para continuar? ES DIOS que te cobija en sus Brazos y te da descanso.

Todo es mejor cuando… Es dios que está al frente de todo


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No mires hacia abajo

El ascensor, con veinte mineros de Sudáfrica, comenzó el lento descenso. El fondo de la mina estaba a 1.600 metros de profundidad. A la mitad de la bajada, una falla mecánica paró en seco el ascensor, y los veinte hombres quedaron atrapados. Fue entonces que surgió un héroe.

Mario Cockrell, uno de los mineros, tuvo una idea. Deslizándose por los cables de acero, llagando sus manos, fue guiando, uno por uno, a sus compañeros de trabajo. Eran ochocientos metros de bajada y, para calmar los nervios de los mineros, les decía una sola cosa: «¡No mires hacia abajo! ¡Mira hacia arriba!»

Fue la fortaleza física de Mario Cockrell, su presencia de ánimo, su amor al prójimo, su firme fe en Dios y esa oportuna y sabia recomendación: «¡No mires hacia abajo!» lo que salvó la vida de todos.

Esa es una recomendación que encierra un significado poderoso. Sirve para todas las circunstancias de la vida, buenas o malas, placenteras o desagradables. No hay que mirar hacia abajo. ¡Hay que mirar hacia arriba, siempre hacia arriba!

Si miramos hacia abajo veremos sólo un abismo negro. Veremos el fracaso, la desesperación, la desgracia, el infortunio. Pero si miramos hacia arriba veremos el cielo azul, el sol brillante y —¿por qué no?— a Dios mismo.

Los que miran siempre hacia abajo no ven nada más que sombras, zozobras, peligros, incertidumbres y enemigos. En cambio, los que miran hacia arriba ven luz y colores y cielo y resplandor. Y ven esperanza, seguridad, consuelo y paz.

Por alguna razón bien profunda el apóstol Pablo dice: «Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Colosenses 3:2). Si nos concentramos sólo en la tierra, veremos toda la fealdad de la humanidad caída en pecado. Pero si miramos hacia arriba, y esto con los ojos de la fe, veremos a Dios, y de Él recibiremos el poder de una vida nueva y eterna.

Es cierto que vivimos con los pies pegados a esta tierra. Tenemos que fijarnos en las cosas de acá. Aquí está nuestra familia que debemos cuidar. Aquí está nuestro trabajo que nos da el pan. Aquí están las oportunidades de ser útiles. Con todo, mirar solamente la tierra y desdeñar el cielo es muerte.

Autor: Pablo


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Hombre Nuevo

Tú puedes ser un hombre nuevo. No importa lo que haya sido tu pasado. Para Dios eso no importa, para él tú eres más importante que todo el Universo y te ha amado desde toda la eternidad con todo su infinito amor y te sigue amando y te seguirá amando así. De ti depende el aceptar o rechazar su amor. ¿Estás dispuesto a rectificar el rumbo de tu vida?

Encuentra tiempo para orar,
encuentra tiempo
para pensar,
para reír y para jugar.
Encuentra tiempo
para trabajar,
para dar y compartir.
Encuentra tiempo para hacer caridad
y amar a los demás,
Los días son
demasiado cortos,
la vida es demasiado breve para ser egoísta
y pensar solamente en ti.


Autor: P. Ángel Peña O.A.R.


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Salmo 73

La verdadera felicidad

23 Pero yo estoy siempre contigo,
tú me has tomado de la mano derecha;
24 me guiarás con tu consejo
y después, me recibirás con gloria.

25 ¿A quién sino a ti tengo yo en el cielo?
Si estoy contigo, no deseo nada en la tierra.

26 Aunque mi corazón y mi carne se consuman,
Dios es mi herencia para siempre
y la Roca de mi corazón.

27 Los que se apartan de ti terminan mal,
tú destruyes a los que te son infieles.

28 Mi dicha es estar cerca de Dios:
yo he puesto mi refugio en ti, Señor,
para proclamar todas tus acciones.