Ven Señor Jesús

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Salmo 128

LA BENDICIÓN DE LOS JUSTOS

1 Canto de peregrinación.
¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

2 Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien.

3 Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa.

4 ¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!

5 ¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén
6 y veas a los hijos de tus hijos!
¡Paz a Israel!


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Luz para el camino

Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.

Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice:
 – ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves…

Entonces, el ciego le responde:
 – Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi…

 – No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella. Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite. Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil…Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho más el camino de los demás…¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento…

¡Qué hermoso sería sí todos ilumináramos los caminos de los demás!


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Alegría de amar

En la vida hay que saber escuchar. Escuchar con interés es la mejor manera de consolar al que sufre. A todos nos gusta que nos escuchen. Mucho más al que sufre. Y si además tu palabra cálida le transmite paz y alegría interior, habrás hecho una gran obra.

Procura hacer cada día algo que aumente la felicidad de alguien. Una de las cosas más bellas es ser sembrador de alegría. La alegría es la música del alma. El hombre alegre es feliz y hace felices a los demás. La alegría nace de la paz del alma, de la paz interior, del deber cumplido y de sentirse útil a los demás.

El mayor servicio al prójimo es llevarle alegría. Un semblante sonriente y un alma alegre transmiten felicidad. El que comunica alegría, da ánimos, y dar ánimos es un modo de amar. La mejor manera de amar es pasar por el mundo haciendo el bien. Es lo que hizo Jesucristo.

Para vivir alegre y feliz no hace falta tener de todo, sino basta estar contento con lo que se tiene. No es feliz el que tiene mucho, sino al que le sobra todo.

Autor: P. Jorge Loring


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Love in a Backward World

Caminamos buscando respuestas, buscando algo que nos maraville y nos llene el alma, y creemos que todo está perdido, todo es monótono, todo es igual, y de repente la hermosura de la vida, y de Dios, nos pone en nuestras  vidas ,alguien  y todo se torna como un juego de niños, donde no nos importa equivocarnos, jugamos,  experimentamos y aprendemos.

Cuando llegue alguien a sus vidas, o si ya la tienen, por un momento recuerden que tienen la bendición de experimentar el amor, y que no importa que el mundo gire al revés. Bailen, canten y  alégrense en su amor

No traten de ser como el mundo, sean como su amor les diga, solamente sean felices y disfrútenlo


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¿Qué es la Lectio Divina?


«Nos remontamos a Guigo II, monje cartujo (S XII). El nos ha legado la sistematización de la lectura de la Palabra hecha en los monasterios de la edad media. Mientras en las aulas académicas se discutía la teología, los monjes hacían de la Biblia el libro de oración con un sencillo método: lectio, meditatio, oratio contemplatio (lectura, meditación, oración y contemplación)Esa es la base que hasta hoy se mantiene para orar la Palabra.
En el tiempo este esquema ha experimentado modificaciones, pero sigue manteniéndose como base en la mayoría de los métodos de lectura bíblica»

Sin duda es un camino para un encuentro personal con Dios, un medio intimo que requiere realmente todos nuestros sentidos. Aveces nos cuesta trabajo orar, no sabemos como, o pensamos si lo hacemos bien, este es un buen camino para hacerlo

No importa lo que estén viviendo, cosas buenas, malas, dificultades, alegrías…, hagan un alto, un día de la semana, y hagan este ejercicio y su alma tendrá paz


Enlaces: Podcast Radio Maria


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Orando Herman Glenda: Salmo 27

¡Tú eres mi luz y mi salvación! y ¡Espera en el Señor, sé fuerte! son algunos de los mensajes del Salmo 27, salmo que la hermana Glenda nos invita a meditar en esta ocasión. En esa noche de dificultades, oscuridades, preocupaciones, no perder la esperanza, ponerse en el Señor que es la Luz, la salvación.


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Rectitud de intención

 

Mateo 6, 1-6.16-18. Miércoles de Ceniza. Esperar la recompensa no del aplauso de los hombres sino de Dios.

 

Mateo 6, 1-6.16-18.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.

Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Reflexión

Es propio del hombre la tendencia natural que siente a que se le recompense cuando ha hecho algo bien. Parte de la educación que recibimos de pequeños es por medio de la premiación y del regalo. Un regalo si nos portamos bien, si sacamos buenas notas en el colegio, si nos tomamos la medicina cuando estamos enfermos, etc. Y ya de mayores la mayoría de las veces actuamos para ser vistos por los demás, porque nos gusta llamar la atención en medio de un grupo de amigos o incluso en la propia familia. Y no digamos cuando hemos hecho un acto de beneficencia a otra persona. En estos casos pensamos que todos deben darse cuenta de la grandiosa generosidad con que cuenta el mundo con mi presencia en esta tierra. Nos incluimos dentro de las maravillas del mundo.

Sin embargo, el evangelio de hoy no enseña completamente lo contrario. Dice que ni siquiera la mano izquierda se debe enterarse de lo que hace la derecha. Parecería una exageración, pero detrás de este evangelio se encuentra la enorme riqueza y el enorme valor de Cristo.

Pues, cuando quiere que le ofrezcamos un sacrificio, un acto de generosidad, quiere que se la ofrezcamos sólo a Él y para Él. Lo que llaman algunos «pureza de intención». Es decir, hacer las cosas sólo por amor a Cristo. Esperando la recompensa no del aplauso de los hombres sino de Dios. Es un aplauso muy silencioso en la tierra pero exageradamente estruendoso en el cielo. Hagamos la prueba buscando no ser vistos y alabados por los hombres la próxima ocasión en que hagamos el bien a una persona.


Autor: P Mariano de Blas LC

 


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¡Aguanta!…

 
Autor: Pedro García, misionero claretiano
 
¿Hay alguno que nos diga cuál es el peor enemigo con el que tiene que luchar para conseguir éxitos en la vida? En la vida y cara a Dios, es lo mismo… Pues, dicen, que el peor enemigo que existe es el TIEMPO. Si esto es verdad, ¿por qué no convertimos el tiempo en nuestro mejor aliado? ¿Para qué nos va servir la virtud de la CONSTANCIA?…Al querer hablar de la constancia nos metemos con una virtud muy humana y muy cristiana también.Quien no es constante en las cosas que emprende, no triunfa nunca en la vida ni pasa nunca de ser una pobre medianía.
Y quien no es contante en los asuntos de Dios podría jugarse hasta su porvenir eterno, pues la palabra de Dios todavía sigue en pie:
– Tenéis necesidad de la constancia para que, una vez cumplida la voluntad de Dios, alcancéis a poseer lo que se os ha prometido.

Si somos cristianos santamente ambiciosos, sabemos que para cargarnos de mérito no basta una vida rutinaria, sino la vida esforzada que requiere una constancia sin límites en el trabajo por el Reino.

Nos hemos preguntado: ¿Por qué el tiempo es el peor enemigo? Pues, porque es un enemigo encantador. Callado, jamás alza la voz. Nunca declara la guerra ni presenta batalla abiertamente. Se limita a esperar, y, sin darnos cuenta, lo ha destruido todo, lo ha corroído todo, lo ha pulverizado todo. Ante él no han valido ni los buenos propósitos, ni las promesas más firmes, ni las palabras empeñadas con más honor.

En nuestra vida ocurre lo mismo que en las mayores edificaciones existentes. Las grandes pirámides y la esfinge de Egipto parecían construidas para milenios sin fin.

Hoy están las naciones comprometidas en salvar de la erosión esas obras monumentales, patrimonio de toda la Humanidad, y, sin embargo, ellas se van corroyendo de manera irreparable. Solamente un esfuerzo gigantesco de la ciencia, unido al empeño de todos los visitantes, serán capaces de conservarlas por otros cinco mil años más, arrancándoselas de sus garras al tiempo destructor.

Si esta es también la condición de nuestra naturaleza en el orden espiritual, ¿estamos por eso perdidos? ¿Nada podemos hacer contra el cansancio? El tiempo que nos espera, ¿va a ser más fuerte que nosotros?… En modo alguno.

Vemos, efectivamente, cómo siempre comenzamos bien las cosas. No hay actividad o profesión que no tenga sus principios llenos de ilusión. Pero viene después el cansancio fatal, el tiempo paciente y destructor.

El estudiante empieza muy bien en el colegio o la universidad. ¿Por qué decae y no aprueba el año? Pues, porque no vence cada día la desgana con un nuevo esfuerzo.

El matrimonio comenzó con luna de miel dulcísima. ¿Cómo es que ahora se está desmoronando? Porque le faltó cada día ese dominar el mal carácter, la incomprensión y la falta de ilusión.
Y así en mil cosas más.

Por esta razón hemos de contar con esa virtud humana que se llama constancia, la cual se encarga, con esfuerzo y paciencia, de vencer poco a poco al tiempo tranquilo y astuto.

Empezar es de todos. Acabar, de pocos. Y estos pocos son los que le presentan cara al tiempo, y lo vencen no con violencia, sino oponiéndole cada día un poquito de esfuerzo en los puntos que se presentan más débiles.

Todos hemos oído hablar de la fábrica gigantesca alemana de acero fundido, que con casi dos siglos ya de existencia ha dado ocupación a miles y miles de obreros. Lo curioso es ver cómo fueron sus inicios. Aún hoy día se muestra la casa primera de los Krupp, una planta baja en la que trabajaban como simples capataces. El fundador de la compañía, a principios del siglo diecinueve, pasó toda clase de contradicciones. Todos a una le decían que se dejase de fantasías, que aquella empresa iba a su ruina total. Pero, con una tenacidad muy alemana, con un esfuerzo cada día, la humilde casa de los peones se convirtió en ese complejo industrial imponente, admirado y envidiado por todo el mundo. La constancia paciente venció a ese enemigo pasivo y terrible que se llama tiempo.

Es sabido cómo las construcciones más resistentes de piedra solidísima se dejan atravesar por una cosa tan débil al parecer como el agua, de la cual se dice: La gota agujerea la piedra, no con violencia, sino cayendo muchas veces.
Es ésta una regla que no tiene excepciones.

El que persevera en un trabajo, triunfa siempre.
El estudiante se hace sabio. El agricultor, un perito. El mecánico, un especialista. El profesional, una autoridad…
La enfermera, la maestra, la secretaria, el ama de casa…, se convierten en unas mujeres excepcionales.
Y todos, con perseverancia en nuestras decisiones ante Dios, en unos santos…

San Pablo quería que esta constancia la llevásemos al problema de la salvación, y por eso nos dice:
– Aguantad firmes e inconmovibles en obrar el bien, sabiendo que vuestro esfuerzo no es inútil ante el Señor.
Entonces, con nuestra constancia, el tiempo, de enemigo que era, se ha hecho el compañero de nuestro triunfo.

Autor: Pedro García, misionero claretiano