Mira atentamente el rostro de tu amigo, como si fuera la primera vez, observa la caída de una hoja seca, el correr del riachuelo, la salida de la luna, una puesta de sol, el vuelo de un pájaro… No seas tan ciego que sólo veas lo que te interesa para ti.
No seas como el pescador que, de tanto ver el mar, ya no aprecia su belleza y majestad. No seas de los que miran sin ver o escuchan sin oír. Aprecia la belleza, donde quiera que se encuentre, y alaba a Dios. Todo lo que te ayude a orar y amar más a Dios, será bueno para ti. Ora y ama con una buena música que eleva tu espíritu; ora y ama con la lectura de un buen libro; ora y ama con la belleza de la naturaleza.
Pero ora y ama ante la presencia de Dio que vive en tu corazón; si es posible, ante el silencio y la soledad de una Iglesia o, mejor aún ante su presencia viviente en la Eucaristía. Haz crecer el amor de Dios en tu corazón, viviendo más cerca de Él, con más oración cada día, con más amor.
«Siempre triunfa el amor» Ángel Peña O.A.R.