Jesús es la puerta por donde se entra al Paraíso. Se abre a quien ha perdido el sendero y quiere encontrarlo, lo invita con caridad, para hacerle el bien y enseñarle a ser feliz eternamente
«yo soy la puerta, quien entra por Mí estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto «No sólo soy el Camino, sino también la Puerta por la cual quiero que entres sin vacilar, porque el que no pasa por mí, no puede llegar al Padre ni entra en el reino de los cielos.
Pidan y recibirán, dije un día; llamen y se les abrirá, y para que no pasaras por muchas puertas que no eran Yo, y para que no te cansaras en muchos caminos, hice abrir con una lanza mi Corazón, para que entres por su ancha herida, para que no tengas el trabajo de tocar, y te internes hasta lo más intimo de mi corazón en todos mis bienes se atesoran
Yo soy Jesús, quien todo facilidad para tu bien; pero trocando los papeles, Yo sí que encuentro cerrado tu corazón y estoy en la Eucaristía, pidiendo que me abras de par en par la puerta de tu corazón; soy el que siempre te busca, y como un mendigo, sin cansarse jamás, espera a las puertas de tu corazón
Abre para entrar y enriquecerte con mis gracias. Dios no quiso ser feliz sin el hombre, y por eso bajó el Verbo divino al mundo, se encarnó en una Virgen y se hizo Eucaristía
Pues aquí me tienes, quita todos tus obstáculos; límpiate con la contrición, vacíate de todo pecado, adórnate con la pureza, la humildad y el amor que esto deseo para establecer en ti mi morada
El maestro está aquí y te llama, quiero entrar en ti, y que tu entres en Mí; en ti a quien amo con predilección infinita. No se turbe tu corazón, que yo soy el Dios de paz, el que tiene su dicha en hacerte feliz
Entra en Mí, quiero mostrarte tu nombre escrito en mi corazón y que me muestres el Mío en el tuyo, ahora que tome posesión de lo que por tantos títulos me pertenece. Dame cuanto eres: alma, vida, sentidos, potencias, ternuras y hasta tus pecados para perdonártelos
¿Qué te detiene? Ven, que estás muy lejos. Ya abro mi pecho, abre tú el tuyo, y estrechémonos en un abrazo de amor, perdiéndote tú en mi corazón y Yo en ti. Ven
Capitulo 23
Meditaciones Eucarísticas. Concepción Cabrera de Armida