Ven Señor Jesús

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“No te condeno”

Es entonces cuando miramos a Dios y le decimos: “aparta de mi pecado tu vista”. Pero también es cuando Dios nos quisiera decir: “si ya te he perdonado, si ya te he dicho lo mucho que te quiero. ¿Por qué sufres, por qué abres la herida, por qué estás tanto tiempo recordando algo que Yo he olvidado? Te quiero mucho, no lo olvides. Recuerda que soy Dios y Padre, que amo a cada uno de mis hijos”.

Sí, tenemos que abrir el corazón para escuchar, serenamente, con alegría, que Dios no lleva un registro indeleble en el que fije para siempre nuestras faltas. El pasado ha quedado atrás, como pasado, y no debe atarnos ni impedir el inicio de nuevos vuelos. Vivimos en un presente magnífico, en el tiempo de la misericordia.

“No te condeno”, nos repite Cristo como le dijo a la mujer adúltera. “No te condeno. No mires tu pecado. Fíjate, más bien, en mi corazón amante, que te quiere con locura, que te desea paz y alegría, vida verdadera, misericordia eterna. Que te quiere en casa, en fiesta, como hijo amado”.
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Autor: P. Fernando Pascual LC


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El mal y el bien, ¿vienen de Dios?

La historia de Job nos dice que el bien y el mal nos vienen de Dios o con su anuencia. ¿Verdadero o falso?

Todo es querido o permitido por Dios para nuestro bien.

San Pablo certifica que «con los que lo aman, Dios colabora en todo para su bien» (Romanos 8, 28). Añade: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿ la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre…» (Romanos 8, 35)? Podemos continuar: ¿la miseria, la prueba, la enfermedad, la ruptura del matrimonio?…

Job lo decía: «Si acogemos la felicidad como un don de Dios, ¿cómo no aceptar igualmente la desgracia?» (Job 2, 10).10
Dios sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. Confiemos plenamente en él, en la desolación y en el consuelo. En su seguimiento, hay que llevar nuestra cruz de cada día (Lucas 9, 23). Un día será el de la resurrección.

Lo que no significa que Dios haya creado el mal, y mucho menos el pecado. Dios no ha creado el mal; el mal es ausencia del bien. Dios no quiere ni el mal ni el pecado
Pero él nos respeta cuando abusamos de nuestra libertad, lo que es fuente de desgracia; respeta también nuestra naturaleza caída por el pecado, la creación con sus límites y sus cataclismos. Saca el bien del mal.

Del sufrimiento aceptado en unión con los sufrimientos de Cristo nace una gloria eterna. De la muerte surge la vida. Nosotros que creemos en Jesús, confiémonos al Señor en las pruebas e incluso frente a la muerte. Con él, hemos pasado ya de la muerte a la vida (I Juan 3, 14).
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Conoce, medita y responde, Padre Felipe Santos Campaña SDB


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Oración a María Santísima por la salud de los enfermos

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,
que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante el Jubileo
sigan produciendo frutos abundantes en los años venideros.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.
Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro «sí»,
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos del Año Jubilar
sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo.

Amén!
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Juan Pablo II