Orar es hablar con Dios, con Alguien que nos ve y nos escucha. Dios son Personas, y para eso creó a los hombres a su imagen y semejanza, para que hubiera unas criaturas que, siendo también personas, con ellas pudieran entablar un diálogo. Porque podríamos pensar que hemos de hacer oración porque nos interesa a nosotros, cuando en realidad se trata en primer lugar de un interés de Dios, que es Padre, que desea hablar con sus hijos. A través de ese diálogo que se sostiene con la mente y las palabras, podemos escuchar lo que Dios nos dice y, desde ahí establecer un diálogo existencial, viviendo como Dios quiere, convirtiendo nuestra vida en oración.
Devocionario Eucarístico, Jesús Martínez García