Ven Señor Jesús

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La voluntad de Dios es

La voluntad de Dios es, con frecuencia, incomprensible para nosotros. Nosotros quisiéramos que el amor de Dios se manifestara en nuestra vida de una manera suave y pacífica. Deseamos que todo nos salga bien y así se lo pedimos en nuestras oraciones. Pero… Dios ve las cosas desde una perspectiva de eternidad. Él ve lo que más nos conviene espiritualmente y no sólo materialmente. Para Él lo más importante no es la salud física, sino nuestra santificación. Por eso, muchas veces, no podemos comprender que rompa nuestros planes humanos y se lleve a un ser querido, cuando todavía es joven y lo necesitamos junto a nosotros; o que permita que nos roben todos nuestros ahorros, acumulados en toda una vida; o que nos muerda un perro o que tengamos que sufrir una enfermedad muy dolorosa.

¿Por qué, preguntamos, si yo soy bueno? ¿Por qué Dios permite todo eso? Y podemos llegar a dudar de su bondad y de su cuidado vigilante sobre nosotros. En esos momentos difíciles, no faltan quienes rechazan a Dios y dicen que Él no existe o no oye nuestra oración o simplemente que no se preocupa de nosotros. Y, entonces, buscamos al culpable de nuestras desgracias y sobre él descargamos toda nuestra cólera y le guardamos rencor. De esta manera, nuestra existencia se vuelve triste y amargada, porque todos nuestros ideales se evaporaron y porque fracasamos en nuestros proyectos humanos.

Si crees realmente que es bueno y te ama, levanta tu cabeza y observa el mundo que te rodea. Todo lo que sucede es por tu bien. Disfruta de las pequeñas cosas de cada día: una mañana tranquila, el sol, las nubes, los árboles, las flores, los pájaros. Ninguna de estas pequeñas cosas deben escapar de tu vista. Y, cuando acabe el día y vayas a dormir, observa la noche, eleva los ojos al cielo, admira las estrellas y eleva una oración de agradecimiento por esos magníficos tesoros que ha derramado a lo largo del día para ti. 


Autor: P. Angel Peña 


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Un día, yendo por la calle

Cuenta la Madre Teresa: Un día, yendo por la calle me encontré con una niña que estaba tosiendo y casi muerta de frío con un vestido roto y sucio. Pedía limosna con cara de hambre. Todos pasaban de largo. Aquel espectáculo me irritó y me hizo exclamar interiormente: «Pero ¿cómo Dios permite esto? ¿Por qué no hace algo para que esto no suceda?». De momento la pregunta quedó sin respuesta. Pero por la noche, en el silencio de mi habitación, pude oír la voz de Dios que me decía: «Claro que hice algo para solucionar estos casos, te he hecho a ti».


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Jesús es el amigo de todos los sencillos

Jesús es el amigo de todos los sencillos. Un día, le presentan a una mujer cogida en flagrante adulterio y quieren lapidarla de acuerdo a la Ley de Moisés. Jesús la defiende. Jesús la ama tal como es. Él vino a salvar, no a condenar. Ama a esa mujer llena de miedo y también ama a esos hombres que la acusan. Ama al hijo pródigo, cuando regresa sucio y hambriento después de haber pecado tanto, y le tiende la mano y lo abraza y celebra una fiesta para él, diciéndole: Te amo.

Al paralítico de la piscina de Betesda nadie lo amaba, pero Jesús se le acerca y le hace sentir su amor, sanándolo. Aparentemente, Jesús era tan normal y sencillo como cualquiera. Acudía a la sinagoga los sábados o a las bodas, como en Caná de Galilea (Jn 2), o a los entierros, como al del hijo de la viuda de Naím. En todas partes, repartía amor y alegría. Y con sus palabras daba esperanza a todos y les decía como a Jairo: No tengas miedo, solamente confía en Mí (Mc 5, 36).


«AUTOESTIMA, AMOR Y FELICIDAD» – P. ÁNGEL PEÑA BENITO


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La oración de corazón

La oración de corazón es una oración en la que se silencia la mente. Eso algunos lo tienen por gracia especial. Otros lo tienen que trabajar. Santa Teresa decía que algunos tienen que ir a buscar agua al pozo, otros les llega por una canal y otros les baña la lluvia. En cualquiera de los casos, debemos disponernos a ese silencio interior con el que puede advenir la oración del corazón.

Buscar el silencio y recogimiento. Dejar las preocupaciones de lado. No ocuparse de estar recibiendo y propagando noticias. Humildad. Templanza y auto-disciplina en todo.

«El camino de la oración»


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No se turbe vuestro corazón

««No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.»

Juan 14, 1-3