Ven Señor Jesús

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El amor sana

Victor Frankl (1905-1997), el gran siquíatra vienés, judío, que estuvo prisionero en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial, descubrió la curación para muchas enfermedades mentales en la logoterapia, es decir, en encontrar un sentido a la vida en el amor a Dios y a los demás. Y dice en su libro «El hombre en busca de sentido» que sin fe en Dios no puede tener sentido el sufrimiento. Si el sufrimiento, la enfermedad o la muerte no tuvieran sentido más allá de nosotros mismos, no valdría la pena vivir. Por eso, habla de atreverse a sufrir para convertir el dolor en algo transcendente. Hay que transcender el dolor con el amor, para así darle sentido y dar sentido a toda nuestra vida, aunque sea dura y triste.


Autor: P. Ángel Peña O. A. R.


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El primer año…

Gracias a Dios, y a ustedes, cumplió un año este blog, un año en el cual sinceramente no creí que llegara hasta donde está ahora, ni lograr las visitas que tiene al dia, no por el contenido, si no por mí, porque he de confesarles que al principio no tenía ni idea hacia donde iba este sueño, este pequeño trabajo que hago para Dios, y para ustedes. Como todo trabajo nuevo, me daba miedo de no dar lo mejor de mí , de que el blog se perdiera y no sirviera para algo, pero ahora entiendo lo que muchas personas en mi vida me decían, en cuestión de cómo trabaja Dios en nosotros, a esa manera en que El dispone, el cómo , y cuando de las cosas

A veces no puedo actualizar como me gustaría el blog, pero espero que este año que ha pasado les haya servido de consuelo, de respuesta, de aprendizaje, o simplemente para saber un poquito más del amor que Dios nos tiene, porque yo solo soy un medio, El es el que habla, no solo aquí, si no en cada una de sus vida, pero con tantas presiones, miedos, odio, desesperación y demás cosas, que no nos damos cuenta que está siempre presente.

He aprendido que no es necesario grandes discursos, ni muchas palabras, para encontrar ese consuelo que pide a gritos nuestra alma, si no, que solo es necesario dejar que Dios hable, que Dios haga su parte. Que solo hay que confiar plenamente en EL

Como todo debe de mejorar, habrá cambios en el blog, en las próximas semanas, y espero que sean de su agrado, si desean dejar alguna sugerencia o comentario ya saben mi correo, eliamh@gmail.com

Isaías 38

Mi amargura se cambió en bienestar:
tú has preservado mi vida
de la fosa del aniquilamiento,
porque has arrojado detrás de tus espaldas
todos mis pecados.


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Confianza

«Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en el infierno. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos.»
Mateo 10, 28-31


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¡Confía!

El proveerá de todo lo que necesites para ser realmente feliz. El conservará tu ser y tu esencia fusionados en el Suyo. Él será tu sostén en los momentos de duda, de debilidad, de fragilidad. Él te sostendrá en medio de las dificultades y de los problemas, muy especialmente, pero en sí, en cada momento, porque eres lo más amado, lo más preciado, lo más hermoso para Él.


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Salmo 33 Responsorial

  • Salmo Responsorial: 33
    «Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.»

    Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
    Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.

    Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
    Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.

    Confía en el Señor y saltarás de gusto. Jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias.
    Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.

    Junto a aquellos que temen al Señor, el ángel del Señor acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en él.
    Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.


    Gracias, Julio Guevara


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Confiar en Dios es ponernos en sus manos

Autor: P. Cipriano Sánchez LC

Confiar en Dios requiere, de cada uno de nosotros, que nos pongamos en sus manos. Esta confianza en Dios, base de la conversión del corazón, requiere que auténticamente estemos dispuestos a soltarnos en Él.

Cada uno de nosotros, cuando busca convertir su corazón a Dios nuestro Señor y busca acercarse a Él, tiene que pasar por una etapa de espera. Esto puede ser para nuestra alma particularmente difícil, porque aunque en teoría estamos de acuerdo en que la santidad es obra de la gracia, en que la santidad es obra del Espíritu Santo sobre nuestra alma, tendríamos que llegar a ver si efectivamente en la práctica, en lo más hondo de nuestro corazón lo tenemos arraigado, si estamos auténticamente listos interiormente para soltarnos en confianza plena para decir: «Yo estoy listo Señor, confío en Ti»

Desde mi punto de vista, el alma puede a veces perderse en un campo bastante complejo y enredarse en complicaciones interiores: de sentimientos y luchas interiores; o de circunstancias fuera de nosotros, que nos oprimen, que las sentimos particularmente difíciles en determinados momentos de nuestra vida. Son en estas situaciones en las que cada uno de nosotros, para convertir auténticamente el corazón a Dios, no tiene que hacer otra cosa más que confiar.
Qué curioso es que nosotros, a veces, en este camino de conversión del corazón, pensemos que es todo una obra de vivencia personal, de arrepentimiento personal, de virtudes personales.

Estamos en Cuaresma, vamos a Ejercicios y hacemos penitencia, pero ¿cuál es tu actitud interior? ¿Es la actitud de quien espera? ¿La actitud de quien verdaderamente confía en Dios nuestro Señor todos sus cuidados, todo su crecimiento, todo su desarrollo interior? ¿O nuestra actitud interior es más bien una actitud de ser yo el dueño de mi crecimiento espiritual? Sigue leyendo


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Sé tu mismo

Luces en el camino
Autor: P. Angel Peña

Acéptate como eres. No te rechaces a ti mismo. Por un defecto o por un fracaso no puedes concluir que siempre serás un fracasado. Sería muy triste que, al morir, Dios te dijera: Si hubieras sido perseverante, si lo hubieras intentado una sola vez más, lo habrías conseguido; pero no lo hiciste y dejaste tu misión inconclusa y a medio camino. Despierta de tu apatía y de tu tristeza.

Son infinitamente más los dones y tesoros que tienes que tus defectos y fracasos. ¿Acaso no estas vivo? ¿Puedes oír, ver, caminar? ¿O prefieres tener dinero y éxito sin tener salud? ¿Prefieres estar muerto para no tener ya ningún problema? No desertes de la vida. Todavía tienes mucho camino por delante y Dios espera mucho de ti y confía en ti. ¿No confías tú en Él?

Ciertamente, no eres todo lo que pudiste haber sido, pero tampoco eres todo lo que puedes llegar a ser . Ponte de pie, toma tu vida en serio y ca-mina hacia delante. No te detengas. No vuelvas la mirada atrás. No pienses en el tiempo perdido y en las oportunidades desperdiciadas. Mira a Dios, que te espera al final del camino y camina con paso firme, cumpliendo cada día tu misión. Porque Dios te ama así tal como eres, gordo o flaco, bajo o alto, pobre o rico, inteligente o de pocas cualidades intelectuales. Dios es tu Padre y tú eres su hijo y eso es más importante que todos los títulos y que todos los tesoros del mundo entero.

Él te dice: Hijo mío, eres lo más importante del mundo para Mí. Desde toda la eternidad he pensado en ti y te he amado. No tengas miedo, confía en Mí. Yo te amo y estoy a tu lado en todo momento. Cuando tengas problemas, acude a Mí y no te preocupes por el día de mañana, pues todo está en mis manos. Confía en Mí y duerme tranquilo entre mis brazos.


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Recordando a Juan Pablo II

    

        «En el corazón de Cristo encuentra paz quien está angustiado por las penas de la existencia; encuentra alivio quien se ve afligido por el sufrimiento y la enfermedad; siente alegría quien se ve oprimido por la incertidumbre y la angustia, porque el corazón de Cristo es abismo de consuelo y de amor para quien recurre a Él con confianza».