Ven Señor Jesús

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Luces en el Camino

«Hay que saber compartir lo que tenemos, pues todo es un don de Dios que nos lo ha dado, en primer lugar, para satisfacer nuestras propias necesidades y, en segundo lugar, para ayudar a los demás; y esto no sólo en cosas materiales, sino también en bienes espirituales, intelectuales, etc.

Autor: P. Ángel Peña Benito»

 

 

 

Pueden descargar este libro desde aquí: http://www.box.net/shared/ypkuv9gm1g


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Luces en el camino: El Sufrimiento

En medio del dolor de una tristeza, de la soledad, de la enfermedad, y de muchas situaciones que nos llevan a dudar, a clamar desde lo más profundo de nuestros ser, es difícil encontrarle un fin a nuestros problemas, pero cuando la tormenta pasa, y somos capaces de reconocer que Dios es quien nos socorre, es importante tomar conciencia de que volveremos a tener dificultades, malos momentos, y muchas dudas, pero ahora conociendo ya el amor de Dios, debemos de ver mas alla de lo que sentimos, tomados de la mano de Dios en espíritu, y atrevernos a levantar la mirada y ver luz, donde solo hay oscuridad, con la única herramienta que Dios no ha dado, la fe

Capítulo 5: El Sufrimiento

El sufrimiento es un gran medio de superación personal. El sufrimiento es un tesoro que Dios pone en nuestras manos para santificarnos. Es como una escalera que nos ayuda a acercarnos más a Él. De hecho, el sufrimiento, queramos o no, es parte integrante de la vida humana. No hay nadie que, tarde o temprano, no participe de él. Por eso, debemos aprender a llevar la cruz de cada día y saber ofrecérsela con amor a nuestro Padre Dios. Como decía el poeta, padre Juan B. Bigazzi:

Mi dolor es una llavecita de oro;
aunque sea pequeña, me abre un gran tesoro.
Es cruz, sí, mi llave, pero es cruz de Cristo.
Y, cuando la abrazo, voy con Jesucristo.
No he contado nunca los días de cruz,
pues sé que en su pecho los guarda Jesús.
Vivo simplemente momento a momento
y el día así vuela como hoja en el viento.
Sé que desde el cielo, mirada mi vida,
será apenas gota de lluvia caída.
Pasará la vida, víspera de fiesta.
Morirá la muerte… Sólo el cielo resta.
Aún faltan dos lágrimas amargas de llanto…,
después, junto a Dios, será eterno el canto.

Él te dice: Yo nunca te dejaré ni te abandonaré (Josué 1, 5). No tengas miedo, solamente confía en Mí (Mc 5, 36). Porque en Él recibimos seguridad y confianza para acercarnos a Dios (Ef 3, 12). Por tanto, acerquémonos con confianza al Dios de la bondad. Él tendrá piedad de nosotros y nos recibirá en el momento oportuno (Heb 4, 16).

Tomado del libro Luces en el camino Autor: P. Angel Peña O.A.R.


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Salmo 129

No tengan miedo de que sus oraciones no sean escuchadas, llamen, clamen al Dios que nos ama, y dejen los prejuicios, los miedos, las dudas, la lógica, y todo lo que el mundo dice que es imposible. Llamen al Señor, abran sus corazones, el nos espera, y toma nuestras cargas, nuestros problemas, nuestra desesperación, y nos levanta. Confíen en su misericordia…

LA ESPERANZA DEL PERDÓN

Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir?

Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido.
Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra.
Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora.
Como el centinela espera la aurora,

Espere Israel al Señor,
porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
él redimirá a Israel de todos sus pecados.


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Del amor de Jesús sobre todas las cosas

CAPÍTULO 7: DEL AMOR DE JESÚS SOBRE TODAS LAS COSAS.

1. Bienaventurado el que conoce lo que es amar a Jesús, y despreciarse a sí mismo por Jesús. Conviene dejar un amado por otro amado, porque Jesús quiere ser amado sobre todas las cosas. El amor de la criatura es engañoso y mudable, el amor de Jesús es fiel y durable. El que se llega a la criatura, caerá con lo caedizo; el que abraza a Jesús, afirmará en El para siempre. Ama a Jesús y tenle por amigo, que aunque todos te desamparen, El no te desamparará ni te dejará perecer en el fin. De todos has de ser desamparado alguna vez, ora quieras o no.

2. Ten fuertemente con Jesús viviendo y muriendo, y encomiéndate a su fidelidad, que El solo te puede ayudar, cuando todos te faltaren. Tu amado es de tal condición, que no quiere consigo admitir a otro, mas El solo quiere tener tu corazón y como rey sentarse en su propia silla. Si tú supieses bien desocuparte de toda criatura, Jesús morará de buena gana contigo. Hallarás casi todo perdido cuanto pusieres en los hombres, fuera de Jesús. No confíes ni estribes sobre la caña vacía; porque toda carne es heno, y toda su gloria caerá como flor de heno.

Tomado de: La Imitación de Cristo


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Oras es Ofrecer

«Aquí está mi vida, aquí está mi honra y mi voluntad. Todo os lo he dado. Vuestra soy» Santa Teresa

En todo proceso de amistad poco a poco las palabras empiezan a tener menos importancia que las actitudes. Ya casi no hace falta decirle al amigo que le queremos, él lo sabe… lo importante es estar siempre a disposición. Es a ti a quien quiere Jesús. Le importas tú. Por eso, ofrecerle tu ser es la mejor oración. El ofrecimiento es una oración sencilla que puedes hacer casi sin palabras o simplemente con una expresión. «Tómame» «Heme aquí»

Lo que parece fácil de palabras es difícil en la práctica; por eso ha de formar parte del ofrecimiento tu oración y tu deseo. Si de verdad quieres hacer la voluntad de Dios- que eso es amarle- díselo en la oración, ofrécete, a Él. Y si esto te da miedo díselo también. Él lo comprende. Se lo dijo a su padre en el huerto.: Los santos siempre han practicado esta forma de oración, porque, cuando se ama, sale espontáneamente, «Señor, haz de mí lo que quieras»

«Dios no se da del todo, hasta que nos damos del todo» Esto es el ofrecimiento. Disponernos para darnos del todo a Dios, pero no sólo dicho con palabras, sino confirmado con obras

Hay varias maneras de dar la voluntad según Santa Teresa:

«una manera de darnos al señor es mostrar la joya (Nuestra voluntad) y decir que la tome, y cuando extiende la mano para tomarla, guardarla nosotros muy bien Otras veces ponemos al Señor la joya en las manos y se la volvemos a tomar, somos generosos y decididos de presto y después tan escasos, que valdría mas, en parte, que nos hubiéramos detenido en el dar. Démosle ya de una vez del todo la joya, de todas cuantas tratamos de dársela y pongámonos en sus manos para que haga lo que quiera. Cúmplase, Señor mío, en mí tu voluntad, de todos los modos y maneras que Vos, Señor mío. Quisiereis. si queréis con trabajos, dadme esfuerzo y venga, si con persecuciones y enfermedades y deshonras y necesidades, aquí estoy, no volveré el rostro. Padre mío. Disponed en mí como en cosa vuestra, conforme a vuestra voluntad

San Ignacio de Loyola

«Tomad, Señor y recibid, toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me lo disteis; a vos, Señor lo torno; todos es vuestro, disponed a vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que esto me basta»


Tomado de «A Orar se aprende orando» Ana Ma. Camara Menéndez, stj

 


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Salmo 69

Pedido de auxilio

14 Pero mi oración sube hasta ti, Señor,
en el momento favorable:
respóndeme, Dios mío, por tu gran amor,
sálvame, por tu fidelidad.

15 Sácame del lodo para que no me hunda,
líbrame de los que me odian
y de las aguas profundas;
16 que no me arrastre la corriente,
que no me trague el Abismo,
que el Pozo no se cierre sobre mí.

17 Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor,
por tu gran compasión vuélvete a mí;
18 no le ocultes el rostro a tu servidor,
respóndeme pronto, porque estoy en peligro.
19 Acércate a mí y rescátame,
líbrame de mis enemigos:
20 tú conoces mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra,
todos mis enemigos están ante ti.


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Heme aquí Señor

Señor, me has traído hasta aquí.
Tú sabes por qué.
Quiero, deseo que se haga en mí tu voluntad.
Quiero hacer mi entrega
como lo hizo tu madre y también mía.
No estoy aquí por mi voluntad.
Tú me llamaste desde el primer día
y aún antes de mi nacimiento.

Padre, me abandono en tus brazos.
Haz de mí lo que Tú quieras.
Ha llegado el momento definitivo
del salto definitivo al vacío.
Ya no tengo por qué preocuparme
sólo quiero seguir tus pasos,
aceptar lo que vas regalando
dándote gracias por tu fidelidad.

Pero, en este peregrinar,
me asalta muchas veces
la tentación de ir y venir,
de rechazar un lugar donde echar raíces;
el miedo a comprometerme,
al lanzarme en el vacío,
a abandonarme en tus brazos.

Soy sincero cuando digo que quiero seguirte,
que quiero cumplir,
realizar la parte que me pides.
Si no la realizo, se quedará sin hacer
y eso sería terrible.
No porque sea importante
y lo que haga sea extraordinario,
sino que por pequeño que sea
es la parte que me pides.


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Reflexión: Vale la Pena

Hay momentos que sentimos que todo esta mal, que nuestras vidas se hunden en un abismo tan profundo, que no se alcanza a ver
ni un pequeño resquicio por el que pase la luz.
En esos momentos debemos de tomar todo nuestro amor, nuestro coraje, nuestros sentimientos, nuestra fuerza y luchar por salir adelante.
Muchas veces nos hemos preguntado si vale la pena levantarnos de nuevo, y solo puedo contestar una cosa: «Hagamos que nuestra vida valga la pena».

Vale la pena sufrir, porque he aprendido a amar con todo el corazón.
Vale la pena estar en la oscuridad y caer hasta lo más profundo, porque ya no puedo ir más hacia abajo, de ahí en adelante todo va a ser hacia arriba hasta que vea la luz.
Vale la pena entregar todo, porque cada sonrisa y lágrima son sinceras. Vale la pena agachar la cabeza y bajar las manos, porque al levantarlas seré más fuerte de corazón.
Vale la pena una lágrima, porque es el filtro de mis sentimientos, a través de ella me reconozco frágil y me muestro tal cual soy.
Vale la pena cometer errores, porque me da mayor experiencia y objetividad.
Vale la pena volver a levantar la cabeza, porque una sola mirada puede llenar ese espacio vacío.
Vale la pena volver a sonreír, porque eso demuestra que he aprendido algo más.
Vale la pena acordarme de todas las cosas malas que me han pasado, porque ellas forjaron lo que soy el día de hoy.
Vale la pena voltear hacia atrás, porque así se que he dejado huella en los demás.
Vale la pena vivir, porque cada minuto que pasa es una oportunidad de volver a empezar.
Todo esto son solo palabras, letras entrelazadas con el único fin de dar una idea.
Lo demás, depende de cada uno de nosotros.
Dejemos que nuestras acciones hablen por nosotros.
Hagamos que nuestra vida valga la pena.


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San Juan Bosco

«Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso».


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La Fuerza del Amor

ABRIR LOS OJOS

El amor comienza por ver al otro necesitado de mí, que está hambriento, sediento, desnudo, encarcelado, herido, triste, deprimido…o, por el contrario, que está alegre, feliz, entusiasta, merecedor de compartir con él sus sentimientos maravillosos. Para esto, se necesitan nuevos ojos, ojos profundos. Hay un refrán que dice: «Ojos que no ven, corazón que no siente». ¡Qué verdad se encierra en estas palabras!Esto significa que debemos tener siempre abiertos los ojos allá por donde vamos.

No podemos tropezarnos con nuestro hermano pobre e indigente, sin volver nuestra vista, detenernos y socorrerlo, como hizo el buen samaritano del Evangelio.El gran peligro que tenemos es la miopía del egoísmo, que nos impide ver en el prójimo a ese Jesús disfrazado de pobre. ¡Terrible miopía que nos cierra las entrañas del corazón a toda necesidad de los demás!
Hay que traer aquí el ejemplo de Madre Teresa de Calcuta. Oigamos sus palabras: «No nací en 1910, como dicen mis documentos. Nací el 10 de septiembre de 1946 en una calle de Calcuta, a los 36 años, cuando tropecé con el cuerpo de una mujer moribunda. Ratas y hormigas se paseaban por sus llagas. La levanté, caminé hasta un hospital cercano y pedí una cama para ella. La mujer murió en esa cama: la primera, la única y la última cama que tuvo en su vida».

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