En medio del dolor de una tristeza, de la soledad, de la enfermedad, y de muchas situaciones que nos llevan a dudar, a clamar desde lo más profundo de nuestros ser, es difícil encontrarle un fin a nuestros problemas, pero cuando la tormenta pasa, y somos capaces de reconocer que Dios es quien nos socorre, es importante tomar conciencia de que volveremos a tener dificultades, malos momentos, y muchas dudas, pero ahora conociendo ya el amor de Dios, debemos de ver mas alla de lo que sentimos, tomados de la mano de Dios en espíritu, y atrevernos a levantar la mirada y ver luz, donde solo hay oscuridad, con la única herramienta que Dios no ha dado, la fe
Capítulo 5: El Sufrimiento
El sufrimiento es un gran medio de superación personal. El sufrimiento es un tesoro que Dios pone en nuestras manos para santificarnos. Es como una escalera que nos ayuda a acercarnos más a Él. De hecho, el sufrimiento, queramos o no, es parte integrante de la vida humana. No hay nadie que, tarde o temprano, no participe de él. Por eso, debemos aprender a llevar la cruz de cada día y saber ofrecérsela con amor a nuestro Padre Dios. Como decía el poeta, padre Juan B. Bigazzi:
Mi dolor es una llavecita de oro;
aunque sea pequeña, me abre un gran tesoro.
Es cruz, sí, mi llave, pero es cruz de Cristo.
Y, cuando la abrazo, voy con Jesucristo.
No he contado nunca los días de cruz,
pues sé que en su pecho los guarda Jesús.
Vivo simplemente momento a momento
y el día así vuela como hoja en el viento.
Sé que desde el cielo, mirada mi vida,
será apenas gota de lluvia caída.
Pasará la vida, víspera de fiesta.
Morirá la muerte… Sólo el cielo resta.
Aún faltan dos lágrimas amargas de llanto…,
después, junto a Dios, será eterno el canto.
Él te dice: Yo nunca te dejaré ni te abandonaré (Josué 1, 5). No tengas miedo, solamente confía en Mí (Mc 5, 36). Porque en Él recibimos seguridad y confianza para acercarnos a Dios (Ef 3, 12). Por tanto, acerquémonos con confianza al Dios de la bondad. Él tendrá piedad de nosotros y nos recibirá en el momento oportuno (Heb 4, 16).
Tomado del libro Luces en el camino Autor: P. Angel Peña O.A.R.