Ven Señor Jesús

Blog


Deja un comentario

Su hijo es siempre

Es duro perder a un hijo no nacido o al hijo que acaba de nacer. Es más duro ver que un hijo desprecia a sus padres o los trata como un estorbo para sus «proyectos» de realización personal. Pero es inmensamente más grande una madre que ama cuando no es amada. Su hijo es siempre «su» hijo, y el amor tiene algo de locura que no comprenden ni los jueces ni los médicos ni los psicólogos.

Tal vez por eso nos sorprende Dios. Nos ama como un Padre, nos ama como una Madre. También cuando no gana nada, también cuando nos perdemos en el vacío de nuestras envidias y complejos. También cuando le damos la espalda para vivir «nuestra vida», como si El no tuviese nada que ver con nosotros.

Padre Fernando Pascual, L.C. 


Deja un comentario

Tu hijo necesita saber

Tu hijo necesita saber que estás ahí, disponible para cuando le haga falta, que siempre puede contar contigo. Aunque aparente que no te necesita, en los momentos difíciles necesita saber que cuenta contigo. Si no consigues transmitirle este mensaje buscará consejo y ayuda en otros lugares.

Debes estar disponible para cuando te necesite, lo que no es lo mismo que atosigarle con preguntas. La intimidad no se impone, se gana.
Para ello es fundamental que hagas ver a tu hijo que confías en él, de esta forma le animarás a querer estar a la altura de esa confianza.

No obstante, esta confianza no implica que le permitamos hacer cosas para las que aún no está preparado o que le permitamos enfrentarse a situaciones en las que el grado de riesgo es más elevado que su nivel de madurez.
Debemos hacerle ver que esa confianza se irá desarrollando gradualmente a medida que él vaya adquiriendo más experiencia y nos vaya demostrando que es capaz de actuar de forma responsable.


«Cómo resolver situaciones cotidianas de tus hijos adolescentes», editorial Palabra


Deja un comentario

Sé fuerte

Sé fuerte con la fuerza de Dios.
No te pongas triste como los que no tienen esperanza.
Conoce tus debilidades.
Confía en ti mismo.
Siéntete seguro de que amas.
Sé consciente de tus lazos familiares.
Eres necesario para los que te aman y de ti dependen;
ellos cuentan contigo.


Deja un comentario

Padre gracias porque junto a ti

Padre gracias porque junto a ti, descubrí lo que es amar,
porque ablandaste mi corazón y lo hiciste más puro,
porque me perdonaste a pesar del pecador que fui,
porque a diario me llamas,
porque jamás me abandonas.

Porque me ayudaste a cambiar,
porque puedo conocer el verdadero evangelio y lo que tu pretendes de mí,
porque hoy puedo escuchar tu palabra,
porque diste a mi alma una segunda oportunidad,
porque me amas infinitamente,
por todo eso y más te quiero dar las gracias de todo corazón y decirte que,
en ti deposito mi alma y mi cuerpo y haz según tu voluntad.

Autor: Desconocido


Deja un comentario

El corazón de la salvación de Dios

El corazón de la salvación de Dios, dijo también el Papa, «es su Hijo, que tomó sobre sí todos nuestros pecados, nuestras soberbias, nuestras seguridades, nuestras vanidades, nuestras ganas de llegar a ser como Dios». Por esto, exhortó, «un cristiano que no sabe gloriarse en Cristo crucificado no ha entendido lo que significa ser cristiano». Nuestras llagas, prosiguió Francisco, «esas que deja el pecado en nosotros, sólo se curan con las llagas del Señor, con las llagas de Dios hecho hombre, humillado, aniquilado». «Y éste – afirmó el Papa – es el misterio de la Cruz»:

«No es un ornamento, que nosotros debemos poner siempre en las iglesias, sobre el altar, allí. No es un símbolo que nos distingue de los demás. La Cruz es el misterio, el misterio del amor de Dios, que se humilla a sí mismo, se hace ‘nada’, se hace pecado. ¿Dónde está tu pecado? ‘No lo sé, tengo tantos aquí. No, tu pecado está allí, en la Cruz. Ve a buscarlo ahí, en las llagas del Señor, y tu pecado será curado, tus llagas serán curadas, tu pecado será perdonado. El perdón que nos da Dios no es cancelar una cuenta que tenemos con Él: el perdón que nos da Dios son las llagas de su Hijo en la Cruz, elevado sobre la Cruz. Que Él nos atraiga hacia Él, y que nosotros nos dejemos curar».

Papa Francisco


Deja un comentario

Aquí me tienes Señor

Aquí me tienes Señor,
parándome, después de la centésima caída.
Agradeciendo tu amor infinito,
en la misericordia de tu centenaria acogida.

Vengo a pedirte perdón urgente,
por las mil veces que reduje el amor,
al círculo de mis cercanos.
Por ignorar, indolente,
lo bueno de mis hermanos.

Por recordar con afectuoso sentimiento
sólo a quienes alimentaron mi ego
en algún generoso momento.
Por las veces que pude hacer algo más y mejor,
y me auto disculpé con débil argumento.

Por haber extinguido el grato recuerdo,
de tantos miles que en la vida me han ayudado
Por creer que siempre tenía la razón
en mis acciones y razonamientos.

Perdón, Señor, por mis caprichos personales,
que impuse a los demás sin esperar consentimiento.
Por la rebeldía interior no expresada,
que disfracé en una acción obediente.

Por amar, sin demostrar el sentimiento.
Por las veces que mi amor urgente hacia ti,
no se detuvo en mis hermanos.

Creyendo, ingenuamente,
que llegaría veloz,
sin fraternal aditamento.

Por la cobardía de no cambiar lo suficiente
cuando una palabra o gesto lo advirtió.
Y por las veces que no tuve,
la valentía de señalar el error,
al hermano fraternalmente.

Por no alinear la proa de mi débil barca
hacia el temporal violento,
cuando tú me llamas a maravillosa singladura,
que durará eternamente.

Finalmente, perdóname, Señor
Por pedirte hoy público perdón,
cuando mis hermanos ya lo hicieron en silencio.

José Isert Arriagada cs.

 


Deja un comentario

Somos libres

Somos libres. Pero también dependemos de Dios. Su Gracia es como el universo en el que se mueve nuestra libertad, que va escogiendo un sí o un no a su Amor. Sin esa Gracia, el sí nunca podría llegar… y es por eso que le debemos todo lo que somos. San Agustín lo sabía y por eso nos deja esa oración que leíamos al inicio, y que debe ser como el eslogan de todo cristiano: ¡Dame lo que pides y pide lo que quieras!

Así que si eres débil, si crees fracasar en tu oración, ¡no te frustres! Sólo eres un ser humano. Pero justamente porque lo eres, detrás de ti está un Dios que te ama y desea hablar contigo para que camines con serenidad. Y es que nuestra vida no consiste en una concentración profunda de nuestro interior para yo salir adelante. Más bien debemos permitir que sea Dios quien tome las «cucharas» de nuestro egoísmo, de nuestra ceguera y nuestro pecado, no ya para doblarlas nada más, sino para hacerlas desaparecer.

Autor: P. Juan Antonio Ruiz J.


Deja un comentario

En la prueba

«En ti, Dios, me cobijo,
¡Nunca quede defraudado!

¡Líbrame conforme a tu justicia,
Tiende a mí tu oído, date prisa!

Sé mi roca de refugio,
alcázar donde me salve;
pues tú eres mi peña y mi alcázar,
por tu nombre me guías y diriges.

Sácame de la red que me han tendido,
pues tú eres mi refugio;
en tus manos abandono mi vida
y me libras, Yahvé, Dios fiel.

Me alegraré y celebraré tu amor,
Pues te has fijado en mi aflicción,

Conoces las angustias que me ahogan;
ten piedad de mí, Dios,
que estoy en apuros.

La pena debilita mis ojos,
mi garganta y mis entrañas;
mi vida se consume en aflicción,
y en suspiros mis años;
pero yo en ti confío, Yahvé,
me digo: «Tú eres mi Dios».

Mi destino está en tus manos, líbrame
de las manos de enemigos que me acosan.

Que brille tu rostro sobre tu siervo,
¡sálvame por tu amor!
Dios, no quede yo defraudado
después de haberte invocado;
¡qué grande es tu bondad, Dios!

¡Y yo que decía alarmado:
«Estoy dejado de tus ojos»!
Pero oías la voz de mi plegaria
cuando te gritaba auxilio.
¡Tened valor, y firme el corazón,
vosotros, los que esperáis en Dios!»

Salmo 30


1 comentario

La voluntad de Dios es

La voluntad de Dios es, con frecuencia, incomprensible para nosotros. Nosotros quisiéramos que el amor de Dios se manifestara en nuestra vida de una manera suave y pacífica. Deseamos que todo nos salga bien y así se lo pedimos en nuestras oraciones. Pero… Dios ve las cosas desde una perspectiva de eternidad. Él ve lo que más nos conviene espiritualmente y no sólo materialmente. Para Él lo más importante no es la salud física, sino nuestra santificación. Por eso, muchas veces, no podemos comprender que rompa nuestros planes humanos y se lleve a un ser querido, cuando todavía es joven y lo necesitamos junto a nosotros; o que permita que nos roben todos nuestros ahorros, acumulados en toda una vida; o que nos muerda un perro o que tengamos que sufrir una enfermedad muy dolorosa.

¿Por qué, preguntamos, si yo soy bueno? ¿Por qué Dios permite todo eso? Y podemos llegar a dudar de su bondad y de su cuidado vigilante sobre nosotros. En esos momentos difíciles, no faltan quienes rechazan a Dios y dicen que Él no existe o no oye nuestra oración o simplemente que no se preocupa de nosotros. Y, entonces, buscamos al culpable de nuestras desgracias y sobre él descargamos toda nuestra cólera y le guardamos rencor. De esta manera, nuestra existencia se vuelve triste y amargada, porque todos nuestros ideales se evaporaron y porque fracasamos en nuestros proyectos humanos.

Si crees realmente que es bueno y te ama, levanta tu cabeza y observa el mundo que te rodea. Todo lo que sucede es por tu bien. Disfruta de las pequeñas cosas de cada día: una mañana tranquila, el sol, las nubes, los árboles, las flores, los pájaros. Ninguna de estas pequeñas cosas deben escapar de tu vista. Y, cuando acabe el día y vayas a dormir, observa la noche, eleva los ojos al cielo, admira las estrellas y eleva una oración de agradecimiento por esos magníficos tesoros que ha derramado a lo largo del día para ti. 


Autor: P. Angel Peña